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Mensaje de un estudiante

Recibí hace poco el siguiente mensaje de un estudiante sobre los bloqueos en la Universidad Nacional. Lo transcribo eliminando su identidad para preservar la privacidad del remitente.

Buenos días profe. Espero se encuentre bien. La iniciativa de tomar clase pese a la situación actual de U, aparte de parecerme fantástica, deseo apoyarla lo mayor posible. En la UNAL, aparte de ser estudiante me desempeñaba también como estudiante auxiliar en un laboratorio, recibiendo una entrada económica con la que me auto-sostengo. Tuve que buscar otro trabajo con el que pueda seguir teniendo un ingreso económico. Mi inasistencia a las reuniones se debe a que debo pedir permiso para ausentarme de mi lugar de trabajo. Lamento mucho no poder haber estado las reuniones pasadas pero, le garantizo que como sea asistiré a los horarios de formación que ha dispuesto en la biblioteca. Muchas gracias profe por brindarnos ese apoyo en la nuestra formación como profesionales.

Manifiesto de un científico para Colombia

¿Cuál es el proyecto de país que tenemos los científicos?

En este momento me parece un punto crucial. Los académicos de Colombia tenemos varios proyectos confrontados y en cierta medida incompatibles. La Universidad que proyectan a futuro muchos colegas no tiene nada que ver con la visión de Universidad y academia del grupo de la plaza Humboldt o de los participantes de las Aulas Abiertas.

Creo firmemente que los científicos debemos separarnos de los proyectos de país incompatibles con el flujo del conocimiento y la actividad académica. Sin menospreciar otros proyectos de país distintos o contrapuestos a aquel que compartimos; debemos aprovechar ese deslinde.

Creo que la solución a largo plazo de este estancamiento dialéctico en que nos hallamos los científicos de Colombia está en nuestras propias manos.

Creo que si no comenzamos a hacer algo, ahora mismo, dentro de muy poco los científicos seremos de nuevo señalados con el dedo por no plegarnos a una bandera política particular.

Creo que los científicos debemos tomar el lugar que nos corresponde y hacerlo valer.

Podemos y debemos hacer nuestra contribución a una visión de país, la Colombia que proyectamos nosotros. Una propuesta sencilla, que consiga eco y peso específico en el desarrollo de la sociedad colombiana. Una propuesta concreta.  Una señal clara sobre la postura política y académica de los científicos, de cuánto estamos dispuestos a hacer, de cuán lejos en el tiempo podemos hacerla perdurar.

Debemos proponer, promover y buscar por todos los medios a nuestra disposición; sin más demoras y de ahora en adelante, la creación de una institución independiente, financiada con recursos públicos y privados, dedicada a mejorar la calidad de vida de los colombianos. Un lugar distinto de las Universidades que existen, con una identidad distinta. Un espacio nuevo, dedicado a investigar las 24 horas los 365 días del año para producir nuestras propias patentes, nuestros propios experimentos y procedimientos, nuestro propio know-how en física, en computación, en química, biología, en matemáticas puras y aplicadas, en tecnología de alimentos, en ingeniería de exploración, perforación y extracción de petróleo, en física médica y medicina preventiva, en genética y en todo cuanto se les ocurra. Una institución nueva, deslindada políticamente (pero no académicamente) de otras visiones de país que aún perviven en la Universidad Nacional. Un sitio donde donde se formen investigadores nuevos, independientemente de las banderas políticas de los gobiernos de turno y el origen social de los estudiantes; donde multipliquemos en cantidad y calidad el conocimiento científico que se produce en Colombia.

Hagamos un Instituto Colombiano de Investigación Científica.

Las mutaciones del ágora

Desde que los griegos se inventaron eso que llamamos democracia, las cosas han cambiado bastante. Hay ahora sondeos, encuestas, entrevistas, focus groups, análisis de imagen y mercadeo de los candidatos. Hay votaciones directas e indirectas. Hay conteos oficiales y no oficiales, esos que llaman a boca de urnas. Muchas de esas cosas que, desde los griegos, se venían haciendo manualmente; ahora se hacen por medio de procesos automáticos.

Queda poco del antiguo sistema de gobierno por discusiones directas, en un espacio limitado y público (el ágora), en el cual solo votaban los ciudadanos libres (hombres y no esclavos), cabezas de familia (esto excluía a los artesanos, por ejemplo) y emancipados (no bastaba ser mayor de edad, había que tener familia propia y ser capaz de ir a la guerra). Ahora, en la mayoría de las repúblicas, hay separación entre religión y Estado. Las mujeres votan, también los jóvenes de más de 18 años. Hace más de un siglo de la abolición de la esclavitud, y aunque persiste la trata de personas hemos llegado al consenso casi universal de que es un delito.

En la organización de decisiones democráticas, ¿qué beneficios tiene lo manual frente a lo electrónico? Quizás, antes de atender a esta pregunta, habría que recordar que la tecnología ha irrumpido en muchas áreas de nuestra vida. A veces para bien, otras no tanto. Ahora, por ejemplo, contaminamos más el planeta. También somos muchos más. Las repúblicas, los estados y países también tienen, en general, mucho más gente. Si los griegos hubiesen tenido que organizar una elección o referendo con un padrón de 10′.000.000 de votantes, seguro habrían pensado dos veces en establecer la democracia como su forma de gobierno.

Para complicar más las cosas, hace menos de un siglo la sola existencia de un telégrafo era toda una señal de progreso. Ahora existe internet, hay teléfonos celulares y redes sociales. A veces las manifestaciones y protestas se convocan por correos electrónicos, mensajes en el “muro” o “twits” (“trinos”); lo cual es uno de los dolores de cabeza de los sistemas de seguridad y policía pública. Algunas de ellas, por cierto, ahora están empleando esas redes sociales para rediseñar los protocolos de seguridad policial. Algo similar pasa con la prensa, también con los espías. Decía Umberto Eco con cierto desparpajo, que el reciente escándalo de Wikileaks lo único que mostró es que antes, durante la guerra fría, la prensa se nutría de los informes de los espías. Ahora son los espías los que rellenan sus informes con notas de prensa, facebook y de twitter. Tal como al protagonista del Péndulo de Foucault, terminamos persiguiendo a Julien Assange por descubrir que la más grande sociedad secreta moderna (la CIA) en realidad no guardaba ningún secreto.

Volviendo a la cuestión de la democracia y sus métodos; quienes defienden los modernos procesos electrónicos nos ofrecen, esencialmente, rapidez de procesamiento. Con los medios modernos se puede saber el estado de cualquier sondeo a tiempo real; lo cual equivale a decir que se puede incluso mirar cómo va evolucionando la tendencia de la consulta mientras esta misma se desarrolla. Esto es, podemos tener un mapa instantáneo de la votación, en cualquier momento del proceso.

La mayor crítica de los detractores radica en la confiabilidad de los resultados y en la transparencia del proceso mismo, más que en la celeridad de cálculo. Sucede que, en general, las matemáticas y la computación no son disciplinas especialmente populares. Los algoritmos (procesos ordenados) de cálculo en lenguajes de programación especiales, convierten a las computadoras en pequeñas cajas negras como las de los aviones. Cierto que no todo el mundo es capaz de verificar la transparencia de un algoritmo dado. Falso que nadie pueda hacerlo. Cada bando de la contienda electoral puede disponer de suficientes técnicos para las verificaciones y, en unas elecciones serias, debería ser posible (ésta es la palabra clave) auditar el proceso de cómputo.

Cuando hay una gran desproporción entre las partes que van a la consulta, el contendiente más pequeño puede tener serias desconfianzas sobre el proceder del contendiente grande. Como algunos dicen, “quien controla la información controla la democracia”. Esto puede ser cierto, pero no deja de serlo porque empleemos métodos más viejos o precarios.  Las objeciones sobre la injerencia de algún actor político dentro del proceso electoral han sido siempre las mismas. Las soluciones encontradas hasta ahora no han distado mucho, a lo largo de la historia. Constituimos un “árbitro imparcial” (con todo lo difícil y objetable que es esto, en sí mismo) que por su naturaleza se halle fuera de la contienda (si es que esto es posible). Vale decir, armamos un organismo público, un consejo-comité electoral. Nos ponemos de acuerdo en quiénes son las personas calificadas para auditar el proceso de la elección.

En cada nuevo ejercicio democrático, en cada nueva elección, volvemos en el fondo a definirlo todo: los actores, los árbitros, la cuestión a dirimir y el proceso para contar y decidir. Cada ocasión es nueva. Podemos hacer una gran asamblea donde todos presentes decidamos el punto crucial levantando la mano; esto funciona bien cuando hay pocos electores, como en una junta de condominio, y tiene la ventaja de la transparencia automática: si todos estamos presentes a la hora de contarnos es imposible hacer trampa. Cuando somos muchos, como suele ser el caso,   el mayor escollo a superar es la confianza mutua de las partes. La desconfianza no es tanto en un proceso determinado, manual o electrónico, moderno o antiguo; sino hacia algún actor determinado.  No todo ha cambiado desde la época de los griegos.  Pero si no hacemos las elecciones, si torpedeamos toda forma democrática de decidir, entonces simplemente ganará el más fuerte, quien controle las armas y no los argumentos. Favoreceremos las vías de hecho sobre las decisiones negociadas.

Como decía mi filósofo favorito, el mexicano Mario Moreno: “O nos comportamos como caballeros, o como lo que somos”.

Irracionalidades

En la asamblea de profesores de ayer lunes, el profesor Leopoldo Múnera remató la sesión con una frase, a mi juicio, memorable:  “la racionalidad científica conduce a la irracionalidad política”. No voy a discutir ahora el contenido de dicha frase, pero quiero aprovechar su provocador espíritu para dirigirme a mis colegas científicos.

Apartando los plantones, marchas y manifestaciones con pancartas, que tienen sus efectos innegables;  los profesores tenemos un modo privilegiado de participación dentro de la Universidad Nacional: la asamblea de profesores. Es un mecanismo legal y expedito. En ella se toma en cuenta a quienes asisten y exponen públicamente su punto de vista. Puede ser incómoda para quienes se disgustan cuando su opinión no es la mayoritaria. La única actitud madura es superar ese disgusto y participar. Aunque tengamos diferencias públicas (incluso con nuestros propios representantes), aunque algunos sean más vehementes que otros en el tono o la forma de su participación; somos todos colegas y al final de la reunión nos tratamos con la misma cordialidad.

La indiferencia que muestra la gran mayoría de nuestros colegas profesores de ciencias a participar en la asamblea contrasta con la inmensa cantidad de correos, trinos y mensajes en facebook. Con todo el respeto, nos parecemos a los niños que cuando van perdiendo en un partido de pelota se paran y se van. Estamos haciendo pataletas en lugar de participar. Pues bien,

Párense y váyanse. El partido va a seguir.

El resto de nuestros colegas sí participan, y expresan sus puntos de vista, usualmente diferentes al nuestro, en la asamblea de profesores.

Ellos sí están jugando el partido,

Hay un mecanismo de participación, malo sería que no hubiese ninguno. Puede que no nos guste:  es lo que hay. La decisión  tácita de la mayoría de los científicos de no participar en las asambleas es emocional. Es irracional de parte nuestra. Quienes compartimos un punto de vista diferente al del profesor Múnera y el resto de nuestros colegas de la asamblea, desde nuestra condición minoritaria, dimos en mi opinión una buena discusión en la reunión de ayer lunes. Nuestro punto de vista no es el  mayoritario porque no participamos masivamente. Así de sencillo.

En política, lo racional es aceptar la realidad que tenemos frente a las narices y actuar en consecuencia, no mirar únicamente lo que quisiéramos que fuera la realidad. Nuestra irracionalidad política le hace juego a la de quienes mantienen el bloqueo en pié.  Los científicos, en esta coyuntura política, estamos siendo decididamente irracionales, e irresponsablemente inmaduros. A ver si despertamos.

¿Por qué los científicos no hacemos paros o huelgas?

Si un obrero industrial, un empleado de limpieza, un vigilante, un conductor o un taxista dejan de trabajar un día, a la mañana siguiente retoman su trabajo exactamente donde lo dejaron. Pueden parar una semana. Al regresar, la fábrica estará un poco más apremiada por sacar la producción, el piso estará un poco más sucio y en la calle seguirá habiendo transeúntes.

Los científicos, en líneas generales, no hacemos paros. Si dejo las matemáticas un día ellas me dejarán una semana entera. Si dejo de trabajar una semana puedo perder el trabajo de varios meses o, incluso, de un año. Es algo que sabe cualquier estudiante de biología: El único responsable de su experimento de laboratorio es él. Si el experimento le daña (algo que puede suceder en minutos), el estudiante pierde el trabajo de todo un semestre y la calificación de la asignatura. En términos simples, se raja.

Los laboratorios científicos funcionan las 24 horas del día, 7 días de la semana, los 365 días del año. Lo mismo vale para los servidores y máquinas de los laboratorios de cómputo. Funcionan todo el tiempo. No se apagan. Debe ser así. Tiene que ser así. En geociencias hay un servidor que recoge datos sismológicos. Si se interrumpe su funcionamiento se  perderán datos valiosos que habrían sido recogidos durante todo el tiempo que dure la interrupción. Para volver a ponerlo en marcha hay que seguir un complicado protocolo computacional. Como muchos colegas científicos en diferentes disciplinas, los especialistas en física médica también tienen servidores que funcionan 24/24 7/7. Están conectados en red, con servidores de otros centros de investigación, en diversas partes del mundo. Comparten datos de imágenes médicas (resonancias magnéticas, tomografías computarizadas, etc). Más importante: comparten la memoria y la capacidad de cálculo. Mientras un físico en París se van a almorzar, otros cientícos, digamos en Bogotá, usan parte de la capacidad de las máquinas que están en París para realizar sus propios cálculos, a través de la red… Y viceversa. Lo mismo pasa con los servidores de imágenes satelitales. Esto vale para los laboratorios de cómputo de los ingenieros, físicos, geofísicos, estadísticos y matemáticos. Ni hablar de los biólogos, químicos, médicos, inmunólogos, etc.

Cuando, digamos por una protesta o reivindicación “justa”, Usted apaga la fuente que suministra energía eléctrica a ese servidor, detiene el procesamiento computacional de una investigación que serviría, por ejemplo, para segmentar digitalmente tumores de cáncer en imágenes de resonancia magnética. Nadie en su sano juicio, para manifestar por alguna causa justa, le pegaría en público a su madre o a su hermana hasta causarle la muerte. Cuando detenemos o retrasamos una investigación científica, estamos haciendo exactamente eso, en cámara lenta. Interrumpimos un experimento que podría, en el futuro, salvar vidas o mejorarlas considerablemente. Quizás la suya propia o la de un ser querido.

Por otra parte, el tiempo perdido cuesta dinero. El de un científico cuesta mucho dinero. Le cuesta principalmente al estado, y a los contribuyentes. Le cuesta dinero a Usted mismo, por si no se ha dado cuenta. Es Usted quien, en cierto modo, me paga para que investigue. No tiene pues sentido que me impida investigar. Es Usted mismo quien está golpeando su bolsillo. Es Usted quien está botando el dinero a la basura. No yo, pues yo no hago paros.

¿Y los científicos que no usan laboratorios? También los hay. Si Usted secuestra los libros o cierra bibliotecas, se las pondrá difícil. Claro está, las conexiones domésticas a internet ayudan enormemente. No detendrá su investigación, sólo la entorpecerá un rato. Puedo perder un tiempo considerable en volver a organizarla; tenga por seguro que volverá a hacerlo.Hay que decir, también, que mucha de la investigación que se hace en laboratorios, la “ciencia aplicada”, se origina en la investigación sin laboratorios, la “ciencia teórica”. Le queda a Usted elegir si me interrumpe o no.

¿Que por qué no hago huelgas? La ciencia no es solamente mi trabajo, la actividad de la cual  obtengo el dinero necesario para alimentarme, mantener a mi familia, pagar el alquiler y los servicios. La investigación es mi vida. Más aún, de mi investigación podrían depender en el futuro las vidas de otras personas, lo cual es una responsabilidad alta. Por ese único motivo no me voy de paro. Protesto de otras formas. La manera más poderosa en la que un científico protesta es cuando continúa su investigación, sin importar lo que pase a su alrededor. Entonces estoy garantizando que una parte del conocimiento “universal” (ese que se imparte en las “universidades”) le llegará a otros, tal como me llegó a mí. Prácticamente de gratis, a través de la universidad pública. Los científicos pensamos, en general, que el conocimiento es subersivo en sí mismo, aunque no esté alineado con alguna concepción política determinada. Mientras más investigo y doy clases, a más personas llega ese conocimiento. Más personas tienen acceso a las mejoras tecnológicas, a las innovaciones en salud y medicina, a las vacunas, al internet, a los libros electrónicos o en papel. Más personas leen. Más personas conocen sus derechos y los defienden, independientemente de lo que hagan los Estados o los gobernadores de turno. Por eso no me voy de paro. Por eso no hago huelgas.

Nada ni nadie tiene derecho a pedirme que deje de pensar.

Nada ni nadie puede obligarme a dejar de pensar.

RETOMA PACÍFICA DEL CAMPUS DE LA UNAL

Estamos invitando a todos los profesores y estudiantes que deseen, a participar este viernes 1 de marzo desde las 9 am en la retoma pacífica del Campus de nuestra Universidad Nacional de Colombia. Solicitamos a quienes participan:

  •  No traer carro, NI bicicleta.
  • No entrar en agresiones físicas o verbales de ningún tipo.
  • No descalificar a los trabajadores ni a sus reivindicaciones.
  • No intentar desbloquear níngun edificio.
  • Estar en grupos grandes con personas conocidas siempre.
  • Encontrarse con sus colegas y profesores en la entrada de la calle 53 (Icontec)  de la Universidad Nacional.

La sola presencia a las 9 am en este punto de reunión será un mensaje claro de que existe una comunidad de estudiantes y profesores que siente que sus derechos han sido vulnerados.

Síndrome de la pendejera

El síndrome de la pendejera o ahuevoneamiento

“Por el camino que vamos, seguimos siendo pendejos…”. Un Solo Pueblo.

Un pendejo es alguien que se caracteriza por su persistencia y tenacidad. En posiciones de poder es más peligroso un pendejo que un psicópata. Los pendejos no descansan, son pendejos 24/24 y 7/7. Vale decir: tout le temps. Quienes no somos pendejos nos percatamos entonces del problema numérico aquellos nos plantean. Uno no puede luchar contra ellos, constituyen una masa formidable. Decía Facundo Cabral que el problema con los pendejos es que son demasiados. Pero ni él ni nadie, que yo sepa, se había dado cuenta hasta ahora de éste, lector, mi mayor descubrimiento y contribución a la humanidad: la respuesta a por qué hay tantos, ni más ni menos.

Descripción analítica:

La pendejera es un problema epidemiológico. Hay un síndrome del pendejo o ahuevoneado. La causa de la enfermedad es un microorganismo que nadie antes había podido aislar: la pendejobacter neuronii, una bacteria quimiotrofa que se aloja en los conductos de las sinapsis. En la fase inicial de la enfermedad, la pendejobacter se alimenta de los químicos que el cerebro produce cuando las neuronas realizan conexiones entre sí, llamadas sinapsis. Esa es la clave para detectar un pendejo inicial, cuestión de importancia suprema, pues sólo entonces se puede hacer algo. El rasgo más importante es el siguiente: Dado que la pendejobacter ataca al mecanismo de sinapsis, el pendejo inicial perderá la capacidad para conectar rápidamente cierto tipo de informaciones. Será incapaz, por ejemplo, de hallar contradicción (léase hacer sinapsis) entre una información A (neurona 1) y otra información B (neurona 2). Tampoco podrá entender la “punch phrase” de un buen chiste. Posiblemente perderá el sentido del humor respecto a algunos temas específicos; casi siempre los mismos sobre los cuales no puede tampoco ver las contradicciones. Las habilidades neuronales involucradas en la sinapsis requieren el trabajo de más de una neurona; de allí la incapacidad local del pendejo para procesar cierto tipo de información. Por ello, una parte de los signos mayores del síndrome de la pendejera están asociados al devenir político. La política es un campo en el cual resulta fácil identificar la limitación neuronal aquí descrita. En dicho campo, la involución sináptica del pendejo inicial se traduce en algún tipo de fanatismo.

En su fase terminal, la pendejobacter coloniza totalmente el cerebro, lo ataca y lo degrada, poco a poco, hasta que éste se pudre. El paciente  no puede hacer nada: su condición de pendejo es irreversible. La única neurona desconectada que queda, si es que queda alguna, se hallará nadando en un charco de desechos bacterianos y apenas será capaz de emitir algún impulso eléctrico de vez en cuando. A dicho impulso eléctrico sigue invariablemente la misma frase. En el caso de un hombre es “Pana, ¿Y esa jeva tan bella?”, y en el de una mujer, “¿Papi, tu me quieres?”

Diagnóstico

Un pendejo es una persona enferma. Su condición es recuperable, eso sí, con un enorme trabajo. Es importante realizar un diagnóstico claro del posible paciente. A continuación se enumeran los signos que hemos podido aislar en nuestro estudio. El diagnóstico de un pendejo se realiza con (a) Un signo distintivo. (b) Dos signos mayores. (c) Un signo mayor y dos menores. (d) Cuatro signos menores.

Signos distintivos:

  1. Sabe leer pero no le interesa; o no sabe leer y tampoco le interesa aprender.
  2. Puede pasar más de cinco (5) minutos discutiendo la existencia de algo que nadie más ve o, cuando menos, no es susceptible de ser sometido a falsación experimental.
  3. Puede pasar más de cinco (5) minutos discutiendo sobre la salud de alguien  que nadie más ve o, cuando menos, está desaparecido hace más de 72h (y no es un pariente o amigo cercano suyo).

Signos mayores

  1. Alguien, alguna vez, organizó una marcha de los pendejos, y el aludido fue a marchar.
  2. No comprende la frase clave (“punch phrase”) de un buen chiste.
  3. La sátira y la ironía le cansan. Es más, no ve la diferencia entre una y otra.
  4. Pasa dos(2)  o más  horas diarias mirando noticieros televisivos como si se tratara de telenovelas. Si el aludido manifiesta estar esperando algún tipo de desenlace, cuenta por un signo distintivo.
  5. Hay algún tema específico sobre el cual carece de sentido del humor. En relación al mencionado tema, no puede distinguir chistes buenos de chistes malos sino, únicamente, chistes a favor o en contra de su posición sobre el tema.
  6. Ha votado seis (6) o más veces, no necesariamente consecutivas, por un mismo proyecto político. Si es más de tres (3) pero no llega a seis (6), cuenta como un signo menor. Si es nueve (9) o más, o admite más de tres (3) veces consecutivas, cuenta como un signos distintivo.

Signos menores:

  1. Se ríe con los chistes de La Luciérnaga (y sabe qué es).
  2. No sabe quiénes son dos o más de las siguientes personas: Andrés López, Facundo Cabral, Emilio Lovera, Daniel Samper Ospina, Rayma, Le Canard Enchaîné, Les Luthiers o afines.  Si sabe quiénes son pero no comprende el sentido del humor involucrado (o ni siquiera se entera de que hay un sentido del humor involucrado) cuenta por un signo mayor.
  3. Sabe qué significan dos o más de las siguientes palabras: (a) Reggaeton. (b) El juego de la Oca. (c) Perreo. (d) Socialismo del siglo XXI. (e) Waka-waka. (f) Candy-candy, Angel la niña de las flores, Hello Kitty o afines. (g) Backyardigans, teletubbies, Barney o afines. (g) Gangnam style.
  4. Sabe quiénes son dos o más de las siguientes personas: (a) Rudy la Scala, Mirla Castellanos,  Lila Morillo, Ricardo Montaner, Floria Márquez o afines. (b) Ernesto Ché Guevara. (c) Hernán Peláez, Iván Mejías o afines. (d) Gina Parody, Irene Sáenz o afines.
  5.  En cualquiera de los dos puntos anteriores si el aludido manifiesta, además de conocimiento, franca afinidad; cuenta por un signo mayor.
  6. Ha salido a marchar por alguna causa, nadie le pagó y regresó a casa feliz. Si el aludido manifiesta que sigue marchando “sin que me paguen” (sic), cuenta por un signo mayor.

Tratamiento

Las estrategias de tratamiento para el síndrome de la pendejera se hallan actualmente en estudio. No se conoce un antídoto contra la pendejobacter neuronii y, salvo las intervenciones invasiavas (trepanación o transplante de cabeza y cuello) sólo se ha conseguido, hasta el presente, un método de tratamiento de shock para pendejos iniciales que ha mostrado resultados amplios y esperanza de mejoría a mediano a largo plazo. Dicho tratamiento consiste en

  • Intervenir el domicilio del afectado. Desconectar todos los televisores y radios, y lanzarlos por una ventana. Confiscar todos los periódicos y revistas, y lanzarlos a la basura.
  • Atar al paciente a una silla y obligarlo a leer títulos de literatura clásica  (Homero, Dante, Balzac…) durante una semana entera, sin comer, ni beber agua ni dormir. El efecto inmediato de esta primera fase es similar al de un exorcismo.
  •  Permitir que el paciente comience, poco a poco, a ingerir alimentos y agua, a medida que se le sigue administrando buena literatura.

Solo después de un largo tiempo (no menos un mes) el paciente comenzará a hilar de nuevo un discurso coherente y ligado a su realidad cotidiana e inmediata.

Por lo complicado del tratamiento antes descrito calculará el lector lo difícil que resulta aplicarlo a una población numerosa de pendejos, aún en su estado inicial. Cuando los pendejos son más que uno solo quedan dos opciones: huir o fundirse con el cosmos. Es posible que no estemos tan lejos de lo segundo, dada la alta proliferación de pendejos en todos los estadios de morbilidad de la epidemia. Es posible que, aunque nuestros temas intocables sean altamente disímiles, tengamos puntos en común con el otro. Es posible que hallamos llegado, sin darnos cuenta, al supremo estado del Hombre Nuevo. Es posible que, finalmente seamos todos iguales.

Igualmente pendejos.

Bitácora

Kafka en Bogotá: Demora en entrega de cédulas lesiona derecho de extranjeros

 Bogotá, 16 de Febrero de 2013. La demora en más de diez meses en la entrega del documento de identidad, por parte de la oficina de Migración, lesiona los derechos civiles y económicos de los extranjeros residentes, trabajadores y estudiantes.

 Voy a cualquier oficina de banco. Intento cobrar un cheque, hacer un retiro, pagar el consumo una tarjeta de crédito. El empleado de turno en la taquilla me niega la posibilidad de realizar la transacción pues el documento de identidad que presento, no es reconocido por los bancos. La misma escena se repite en cualquier ministerio o notaría. Los funcionarios, sean de instituciones privadas o públicas, miran con desconfianza la “contraseña”; así se llama el trozo de papel con una foto que la oficina de Migración me entregó hace ya ocho meses, y que yo mismo debí plastificar.

En la República de Colombia es imposible hacer transacciones bancarias, manejar los propios recursos legalmente habidos a través del trabajo, mucho menos firmar un contrato o registrar el nacimiento de un menor; sin la cédula de identidad. Tal reglamentación es universal e incluye, no solo a los ciudadanos colombianos, sino también a los extranjeros que vivimos en Colombia con alguna visa, sea ésta de estudiante, de trabajador o de residente.

La oficina de Migración fue estrenada el año pasado, luego de la intervención del DAS a causa del escándalo de las chuzadas. Ninguno de los extranjeros que vivimos en Colombia teníamos idea del calvario que seguiría a continuación de esa intervención. Los procesos de cedulación se paralizaron literalmente. Tantos inconvenientes ha causado la demora en la entrega de los nuevos documentos que un extranjero puso una tutela contra los bancos privados; y la ganó. Los tribunales fallaron a favor de los extranjeros que, como quien escribe, pagaron a tiempo la costosa renovación de la visa y de la cédula de identidad (más de $600.000 entre una cosa y otra), a fin de continuar de manera legal su estadía en suelo colombiano. La demora no es imputable a nosotros, sino al incomprensiblemente largo proceso administrativo que ha llevado a cabo la nueva oficina de Migración desde entonces. A la fecha, todos los extranjeros que viven en Colombia aún esperan la entrega de la nueva cédula, que no llega. Mientras tanto deben sortear la negativa de las instituciones o particulares que no conocen ni de las sucesivas resoluciones del despacho de Migración, ni de la mencionada tutela, ni de la sentencia firme de los tribunales.

Vivo en Colombia hace casi cuatro años. Soy un simple profesor universitario, doy clases en la Universidad Nacional de Colombia. Tengo dos hijos: el mayor de siete años, y otro recién nacido apenas el 20 de diciembre pasado, aquí en Bogotá. Por esas y otras razones familiares, mi esposa y yo decidimos quedarnos a vivir en Colombia. Compramos una vivienda, pagamos la cuota inicial con nuestros ahorros. El préstamo hipotecario por el resto del costo de la vivienda está detenido a causa de un solo documento: La cédula que no aparece. El ente que se niega a recibirlo no es un banco privado sino, nada más y nada menos, el Fondo Nacional del Ahorro. Un ente público que se niega a reconocer la sentencia firme de un tribunal de la República. No es posible llegar siquiera a las instancias de asesoría legal del Fondo. En taquilla rechazan los papeles, siempre de manera cortés y, sobre todo, verbal. Nada por escrito. Ningún rechazo que sea constatable. Si no lo estuviera viviendo no lo creería. Literatura de ficción kafkiana.

La teoría de la sospecha

La teoría de la sospecha nos viene del Marxismo, y su aplicación en la política diaria tiene consecuencias terribles en una sociedad democrática. La democracia es un sistema de gobierno que sustituye el poder de las armas por el de los argumentos, El parlamento nos viene del Ágora, y es incluso más importante que las elecciones presidenciales, aunque Usted no lo crea. La democracia necesita de la discusión y se nutre de ella.

La lógica dialéctica (tesis-antítesis-síntesis) se opone, en este sentido, a la lógica aristotélica. Su correspondiente, el materialismo histórico-dialéctico, se opone a una posición que resulta ser el pilar de toda democracia. Demócrata es aquel que está convencido de que para gobernar es suficiente convencer a los demás de los propios argumentos, sin coacción militar, económica o de cualquier otra índole. Antidemócrata es quien piensa lo contrario: que discutir no tiene sentido, no vale la pena, no soluciona nada. Que es mejor quien soluciona con hechos, quien decide, que quien pierde primero el tiempo intentando convencer a los demás.

La teoría de la sospecha se puede resumir como sigue: No me interesan tus argumentos, sino tu historia, tu origen, tus intenciones oscuras, los intereses que defiendes. Tú no argumentas porque seas demócrata, sino porque defiendes intereses ocultos. Detrás de esta posición podemos descifrar algunas claves. Vale decir: la moral tiene una genealogía. El discurso demócrata viene manchado por un pecado original, los intereses de cada participante.

1. En la teoría de la sospecha, no escuchamos el argumento del otro: lo descalificamos.

2. La participación política para defender los intereses propios está teñida de pecado. Sólo es válida la participación “desinteresada”, humanística, filantrópica, por la defensa de principios abstractos como el bien de la humanidad, la justicia o la igualdad; pero no la participación para resolver problemas concretos, como pretender arreglar el hueco en la calle al frente de su casa o mejorar el suministro de agua de alguna comunidad.

3. El discurso de un ________ (la rayita la puede rellenar con cualquier etiqueta, como “burgués”, “enemigo”, “lacayo del imperio”, “antirrevolucionario”, pero también “rojo”, “terrorista”, etc….) está destinado al fracaso desde antes de que éste lo profiera.

4. No se escucha el discurso de un _____________ (ver punto anterior). No se le responde. Se ignora de plano su contenido, y se buscan las “debilidades morales” de quien lo profiere. Se descalifica al demócrata ingenuo con un discurso agrio.

La teoría de la sospecha es sólo una forma más de historicismo, una muy perversa por cierto, como bien nos previno Karl Popper en una de las más fieras defensas del pensamiento democrático, “La sociedad abierta y sus enemigos”.  El resultado de esta  manera de hacer política, dentro de una sociedad democrática, es simplemente nefasto. Cuando este tipo de pensamiento llega al poder, se dedica a ignorar sistemáticamente a la parte de la población que disiente de su proyecto. Se crea por la vía de los hechos un apartheid político. Se marca al disidente con una estrella de David amarilla que lo convierte en loco.

En este tipo de regímenes, a un disidente solo le quedan dos alternativas: el exilio o el campo de reeducación.  ¿Cuál elige Usted?